H. Ayuntamiento de Copainala

Historia

La antigua palabra Koa-Painal-Lan significa “lugar de las culebras que corrieron” del náhuatl kohualt., culebra, Painali, corredor y Lan Desin desinencia locativa abundancial.

Copainalá destaca en la meseta escalonada de Coapilla y causa una impresión similar a las imágenes de una pintura popular. Desde la lejanía emergen los techos de teja roja entre el marco verde de la vegetación. Mucho antes de llegar al poblado, su encanto se percibe a la distancia. Copainalá se fundó en el siglo XVI con habitantes zoques, que provenían de aldeas dispersas y que durante los primeros años de la Colonia habían sido evangelizados por misioneros dominicos. El pueblo es un conjunto espléndido de arquitectura vernácula, y está considerado como uno de los más auténticos y ricos de Chiapas, por lo que sugerimos hacer un recorrido a pie, por las empinadas calles.

Se llega a la Plaza, lugar de reunión de los habitantes del tranquilo poblado. Durante el recorrido los habitantes nos cuentan la leyenda de "El Sombrerón", un personaje que usa un gran sombrero y se aparece a caballo o a pie para hacer perder el rumbo a los caminantes solitarios. Del legado de los dominicos en esta región, visitamos la iglesia de San Vicente de Ferrer y el Ex Convento de San Miguel Arcángel; ambos edificios construidos por los Misioneros en la segunda mitad del siglo XVI o principios del XVII, ahora son considerados los principales Monumentos Coloniales de Copainalá.

La Iglesia sobresale la fachada, con portada Renacentista que semeja un arco triunfal romano; y la torre de reminiscencia mudéjar, con escalera de caracol adosada que, esbelta y cilíndrica, disminuye de tamaño a medida que asciende. Hoy en día, esta construcción está recién restaurada. El encanto de Copainalá parece sugerir, al resguardo de la torre de la iglesia medieval, una lucha entre los ángeles y los demonios.

El edificio del Ex Convento es de una sola nave, con brazos de cruceros salientes. Justamente enfrente de ellos, se proyectan en cruz dos brazos más cortos. El ábside, destruido totalmente, es rectilíneo y probablemente de planta cuadrada. El crucero es rectangular y está cubierto de madera y teja. La entrada al ábside desde el crucero, está recortada por una parte de ladrillos, y produce la impresión de que fue construida algún tiempo después de que se concluyó la iglesia.

Se sigue por las calles de Copainalá, gozando de la frescura del aire. Copainalá se encuentra a 400 msnm, y siempre tiene una temperatura agradable. En todo momento, hay un aroma dulzón que desprendían los árboles de cítricos, los cuales abundan en esta región y se encuentran, prácticamente, en todos los patios de las casas. Desde cualquier punto se disfruta del paisaje montañoso de bellas imágenes. La bruma se eleva hacia las partes altas del pueblo, en contraste con el colorido de las casas y la vegetación; y ofrece una impresión paradisiaca. La quietud sólo era interrumpida, en ocasiones, por el lejano ladrido de un perro, y los gritos de unos chiquillos que jugaban a la pelota. Por una de las calles nos topamos con varias mantas extendidas sobre el suelo, en las cuales se colocan semillas de café a secar al sol.

El hermoso río Zacapala, afluente del Grijalva, que se encuentra a las orillas del poblado, presenta en sus riberas abundante flora: cacahua, canduj, pino, cocoite, nanche, roble, caoba, amate, cedro, ceiba, guarumbo, hule y jimba. Además, el clima húmedo, copainalteco, favorece la proliferación de hermosas orquídeas, las cuales añaden un toque exótico al paisaje.

Copainalá es sede del Municipio del mismo nombre, el cual se asienta entre escarpadas serranías que riegan el potente río Mezcalapa y sus afluentes, en una superficie alfombrada de pastos y selvas exuberantes, al noroeste del estado.

Famoso desde la conquista por la semejanza con el nombre Painala, que da Bernal Díaz del Castillo al pueblo natal de los padres de la Malintizin, caciques de la comarca y de origen náhuatl, creyéndose hasta la fecha entre los indígenas que Copainalá no es otra que el Painal del soldado y cronista de Hernán Cortés. Se sabe que Copainalá es un municipio de profunda cultura zoque y que en la época de la Colonia fue evangelizado por los misioneros dominicos, quienes construyeron la iglesia de San Vicente Ferrer, de gran valor artístico; este templo y convento colonial se encuentra hoy recién restaurado.